Las emociones familiares están en ti, no son de los demás. No son ni buenas ni malas, te acompañan toda la vida vida.

Cuando un bebé tiene un año, ya tiene una forma concreta de vincularse con la persona que es su principal cuidadora. Hay cuatro formas de vincularse; de las cuatro, sólo una es un vínculo de seguridad. Cuando tenemos hijos, inconscientemente tendemos a perpetuar el estilo que nosotros adquirimos.

Sea lo que sea lo que pasó en el primer año de vida, en la edad adulta se puede aprender a vincularse de forma segura; y transmitir a los hijos un estilo diferente del recibido, si se toma conciencia de qué formas transmiten seguridad.

Lo mismo ocurre con la manera de dar y recibir reconocimiento, hay pequeñas prácticas diarias que pueden revertir el modelo que adquirimos en la infancia.

En este taller comprenderás los conceptos básicos relacionados con el reconocimiento y los estilos de apego y practicarás herramientas para identificar tu estilo y realizar cambios; utilizaremos la escritura, la conversación, la escucha activa, las constelaciones familiares y otras actividades.