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¿Escribir es peligroso?

¿Qué tienen en común Sílvia Plath, Stefan Zweig, Gabriel Ferrater, Virginia Woolf, Ernest Hemingway, Sándor Márai, Foster Wallace, Cesare Pavesse, Larra y Mishima?

Efectivamente, que escribieron y consiguieron la fama escribiendo… ¿Y qué más? Que se suicidaron. Con la gran capacidad que tenían de sentir, crear, pensar y ordenar los pensamientos, decidieron quitarse la vida.

¿Escribir es peligroso? Según un estudio sueco citado por Rosa Montero en el libro El peligro de estar cuerda, los escritores tienen un 50% más de posibilidades de suicidarse que la población general.  Pero no creo que el suicidio sea una consecuencia de escribir, sino de la «personalidad artística», por decirlo de alguna manera; el artista busca una intensidad y un sentido en la vida, que a veces la vida no le puede dar. Y en uso de su libertad, decide morir.

A pesar de los suicidios de escritores y escritoras, pienso que la escritura tiene un gran poder terapéutico y que ha salvado a muchas personas de una vida sin sentido. Por eso en los últimos años estoy ofreciendo formación y acompañamiento en Escritura terapéutica, como el curso que ofrezco en la Escuela de Escritura.

Qué le hace falta pues a la escritura para que sea terapéutica? La condición esencial es escribir con intención terapéutica. También se puede escribir sin intención, o con la intención de obtener fama, dinero o reconocimiento; o bien para dejar un legado a la familia, o a la humanidad. Pero escribir con intención terapéutica quiere decir escribir con la voluntad de conocerse más, de reparar traumas, de tomar decisiones que lleven a más felicidad y de gestionar emociones que podrían ser desbordantes; escribir así es una actividad reparadora y muy potente. Lo he comprobado con muchas personas que me han brindado la posibilidad de acompañarlas en este camino. Y en mí misma, está claro. ¿Lo has comprobado?