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Gasol ya tiene abrazos. ¿Y nosotros?

Esta semana algunos lectores nos hablan sobre los abrazos, sobre el que recibió Pau Gasol en la final de la EuroBasket y sobre los que recibimos y damos en nuestra sociedad. ¡Qué lectores tan lúcidos que tenemos! ¡Esto si que es una suerte! Dicen que en nuestra sociedad falta calor humano y comprensión y también nos explican con mucha sinceridad su realidad. Afortunadamente, en La Garrotxa hay gente que recibe el afecto de los suyos, gente a quien le encanta dar abrazos, ¡qué suerte tenemos! ¡Y a veces no los sabemos apreciar!

“Hola Marta, permíteme que cite tu artículo “El error de Gasol”: Realmente vamos muy escasos de abrazos, de afecto y más en este mundo tan competitivo en el que sólo tenemos en cuenta el triunfo y el éxito. Todo ayuda a dignificar a la persona exitosa y a mirar cómo se hunde el perdedor, todo ayuda: muchos medios de comunicación, el nivel de vida que llevamos, etc. Dar apoyo en un momento determinado puede ayudar muchísimo a una persona y en definitiva puede condicionar a su entorno. Espero que esta opinión te sea válida,

A.C.”

“Buenas,

En primer lugar, felicitarte por tu artículo. Después mi opinión sobre el tema: Pues creo que la sociedad de hoy está demasiado ocupada, vivimos en un estado crónico de estrés que nos hace ver el hecho de mostrar afecto, comprensión o cualquier otro sentimiento de los que implican demostrar que estamos ahí dando apoyo a esa persona, como algo negativo e incluso como una pérdida de tiempo. Así veo yo a la mayoría de la sociedad que me rodea. El abrazo que recibió Gasol en aquel momento, justo cuando sentía que todo le caía encima, que era consciente de que aquel error le había costado la derrota a su equipo… lo ayudó muchísimo. A mucha gente, un abrazo dado a tiempo (siempre que esté lleno de sentimiento y no por obligación) evitaría muchas cargas emocionales. Porque el hecho de sentir que tienes a alguien ahí a tu lado, cuando sientes que te estás hundiendo, es del todo necesario para afrontar muchas cosas de esta vida. Yo tengo la fortuna de tener gente a mi alrededor que me demuestran constantemente que están conmigo, ya sea con abrazos o diciendo que me quieren, o tan sólo cogiéndome de la mano.  Son gestos tan sencillos, pero tan complicados de dar y recibir… ¿Cómo se puede llegar al extremo de que algo tan básico y necesario como el afecto cada vez sea más complicado de obtener? Este hecho hace reflexionar mucho. Esta sociedad en que vivimos está tendiendo a un camino lleno de frío, quizá por falta de tiempo… no lo sé. Peor no creo que este hecho sea suficiente para llegar, por ejemplo, hasta el extremo de que un padre o una madre jamás le hayan dicho a su hijo que lo quieren. El hijo va a tantas actividades extraescolares que confía más en el profesor/tutor que en sus propios progenitores… ¿Hacia dónde vamos? No lo sé, pero te aseguro que jamás negaré un te quiero, ya sea a mi hijo, a mi pareja, o a quien sea; y siempre reservaré un segundo de mi vida diaria para dar un abrazo con todo mi sentimiento a una persona que acabe de cometer un error, o únicamente la abrazaré porque me apetece o porque me gusta sentirla cerca. Hay quien dice que a través de los abrazos se transmiten energías: cuando el otro está mal y tu “lo estrujas” entre tus brazos, le estás dando parte de tu energía positiva para que se sienta mejor, para que la carga de aquel malestar, tanto si es por un error, por una discusión o por una pérdida, deje de ser tan pesada. A mí me encanta abrazar, sentir, demostrar. Y ojalá que todo el mundo recibiera en sus malos momentos a alguien a su lado que le diera un abrazo inmenso, inmenso…

Me despido cordialmente,

Lit3rati” 

Os dejo con el deseo de nuestra afectuosa lectora: ¡¡ojalá que todo el mundo recibiera en los malos momentos un abrazo inmenso!!