¿Cómo se puede convivir apaciblemente con los datos recientes sobre antidepresivos? En el año 2023, según la Generalitat, más de 1,2 millones de catalanes recibieron al menos una dispensación de un fármaco antidepresivo, un 169% más que en 2020. El dato es para horripilarse. Y, todavía más, en los últimos tres años se han triplicado las recetas de antidepresivos entre menores de quince años.
De estos datos, lo que más me sorprende es que se sabe que uno de los efectos secundarios de los antidepresivos es el aumento del riesgo de suicidio, que en niños y adolescentes se multiplica por dos. Es inquietante esta alegría dispensadora de anestésicos emocionales, cuando todavía no se ha podido demostrar la correlación entre serotonina y depresión.
Constato boquiabierta que algunos expertos sostienen que los antidepresivos son poco eficaces. Mi capacidad de sorpresa se va sedando a medida que busco metaanálisis de estudios ECA (Ensayos Clínicos Activos) sobre antidepresivos, estudios experimentales hechos con seres humanos: Ningún estudio que vaya más allá de las ocho semanas; los resultados en niños están por debajo de los valores que se consideran clínicamente relevantes; la mayoría de los trabajos se hacen con pacientes que ya estaban tomando antidepresivos, de forma que cuando son asignados al grupo de placebo experimentan síntomas de abstinencia que se interpretan como señales de recaída; en los trabajos más optimistas, las tasas absolutas de remisión de los síntomas, en el grupo placebo, es de un 40%, y en el grupo de tratamiento, alrededor de un 50%, un 10% de diferencia y ningún estudio sobre efectos secundarios que vaya más allá de los doce meses. ¿Cuántas personas conoces que hayan tomado antidepresivos menos de doce meses?
Topo con una entrevista a Joan Laporte, exjefe de Farmacología de la Residencia Valle de Hebrón y colaborador de la OMS, me inspira confianza, ¿ya puedo estar más tranquila? El doctor dice cosas obvias: que el antidepresivo no cura y que cuando se deja de tomar produce una reacción de abstinencia con irritabilidad y actos violentos que llegan al suicidio y el homicidio. Como es muy sabio, puede decir que los problemas emocionales tienen el origen en la vida que llevamos. Encuentro cierto consuelo cuando alguien pone el dedo en la llaga: damos píldoras a los niños porque no sabemos cómo ofrecerles una vida más sana.